viernes, 4 de enero de 2013

Mercadillo solidario

El Comercio.Se cumplían 64 días en huelga de hambre y la salud de Jorge Cordero empeoró. Lo ingresaron en el Hospital Central de Asturias. Era el 20 de agosto. Desde entonces no se ha vuelto a saber, públicamente, nada de este hombre que eligió esta agresiva (para su salud) forma de protestar para pedir que la entidad bancaria con la que había firmado una hipoteca admitiera la dación en pago de su casa una vez ejecutado el desahucio.
Aquello había ocurrido meses antes, después de que la plataforma 'Stop Desahucios' consiguiera dejar sin validez la orden del Juzgado de Primera Instancia número 3. Los funcionarios volvieron. También la Policía Nacional y el desahucio finalmente se produjo ante la expectación y la negativa de los integrantes del movimiento 15M y muchos vecinos. Jorge, su mujer y el bebé se quedaron en la calle.
La historia no acabó con el traslado del hombre al hospital. Continuó en silencio. Según explican desde la plataforma de Afectados por la Hipoteca de Asturias el hombre firmó con el banco una cláusula de confidencialidad. Los detalles, por supuesto, se desconocen. Pero fue «satisfactoria» para Jorge. El banco calló y él también. Vive en un piso en Ciudad Naranco, cerca de donde estaba el suyo, que una persona le ha donado. Quiere permanecer en el anonimato.
Dicen que la solidaridad crece en tiempos de crisis. Y los ejemplos son cientos. Basta con abrir un periódico un día cualquiera. EL COMERCIO del 21 de diciembre, por elegir uno, recoge informaciones sobre los juguetes que los alumnos del colegio Baudilio Arce han donado a la Asociación de Inmigrantes Residentes en Asturias; las tartas que elaboraron los estudiantes del colegio San Ignacio y que después vendieron para recaudar fondos para Cáritas; la 'Operación Carretilla' de la hermandad de Los Estudiantes que consiguió alimentos y donativos para la Cocina Económica.
Sor Esperanza Romero se afana por colocar todo lo que les llega estos días a la despensa de la calle San Vicente. Es tanto que han pensado pedir al Banco de Alimentos espacio donde guardar parte de la comida que reciben porque «estamos casi rebosando», agradece la monja. «Tenemos de todo para todo el año». Algunas cosas piensan en «compartirlas con otras organizaciones que lo necesiten». Tienen para todo el año productos imperecederos. Ella pide ahora a quien quiera llevar algo, «bonito, cosas en lata y embutidos». A todo esto, les tendrán que añadir la verdura, las frutas, la carne y el pescado, «aunque también nos traen de alguna pescadería».
Una de las iniciativas solidarias de las que más se ha hablado durante 2012 en la ciudad la protagoniza precisamente un establecimiento de El Fontán. Cada miércoles y sábado de 14.30 a 15.30 los responsables de Pescados Milagros reparten entre desempleados productos frescos del mar que compran en la lonja a precios asequibles. Aun así su gesto les supone unos 600 euros a la semana. Suelen repartir 200 kilos de pescado cada una. No tienen pensado abandonar, pero se han visto obligados a realizar algunos cambios para evitarlo. Hacía cola gente que no lo necesitaba, aprovechándose de su solidaridad. Así que pidieron la mediación de Cáritas que ahora distribuye vales entre quien considera que precisa esta ayuda.
Durante una semana, Isidoro de la Fuente peinó por un euro en su peluquería recién abierta en la calle Rafael María de Labra. Las colas fueron continuas. «No nos imaginábamos tanto». Normalmente abren a las 9 y desde las ocho menos cuarto había gente esperando. Por la tarde no cogían a nadie después de las seis porque a las siete cierran pero «salíamos a las once de la noche» en plena semana de San Mateo. «Me llegó a asustar, fue de locos» reconoce el empresario que optó por esa fórmula para dar a conocer su negocio. Aunque no descarta volver a hacerlo para que los clientes se peinen, corten el pelo o lo tiñan. En vez de por 35 euros que cuesta normalmente por uno. O por tres porque él pensó ponerlo todo a un euros pero a los clientes les pareció poco y pagaron un euro por cada parte del proceso.
Son dos casos llamativos pero las iniciativas han sido muchas. Un grupo de enfermeras atiende un mercadillo solidario en La Madreña, y lo recaudado es para la Cocina Económica y Asturias Acoge. Los miembros del colectivo que lleva el centro social autogesionado están recogiendo fondos para los acampados en el Campo San Francisco en protesta por el despido de seis trabajadores de Parques y Jardines.
Se trata de una solidaridad más próxima, aunque hay quien sigue acordándose de que en otros países, en permanente crisis, ahora tienen que sumar la del primer mundo. Los funcionarios de la Tesorería de la Seguridad Social, por ejemplo, recaudaron fondos con destino a Haití. El Ayuntamiento ovetense, además, mantiene la partida de cooperación en 760.000 euros, según destaca su responsable la concejala Silvia Junco. También lo que destinará a Servicios Sociales para tratar de compensar los estragos de una crisis prolongada en exceso.
Porque la demanda sigue creciendo. Todas las organizaciones lo notan. Cada vez hay más personas que reclaman su ayuda. Más personas que se ha quedado sin trabajo, que no tiene con qué pagar la hipoteca o la factura de la luz, que no saben qué dar de comer a su familia, que no pueden ir al supermercado. Un 25% más de comidas han dado en la Cocina Económica; por Cáritas han pasado 24.800 personas y han atendido a 2.700 familias nuevas en toda Asturias.
Cruz Roja acaba de poner en marcha el proyecto 'Ayuda Alimentaria' con el que colabora un grupo de alimentación asturiano. Dan vales de comida por valor de 50 euros después de una selección en la que comprueban que realmente el reclamante pasa por apuros económicos. También están teniendo que ayudar con productos de higiene y para los bebés. Una sola vez pagan el alquiler o la luz a quien lo pide. Les llegan derivados desde los Servicios Sociales del Ayuntamiento y, en principio, continuarán hasta abril a no ser que se les agoten antes unos fondos que intentan reponer por todos los medios. En 2012 volvieron a poner «la banderita que hacía muchos años que no se hacía», explica Sabino Palicio, presidente de Cruz Roja de Oviedo. Tratan de compensar las bajas de socios que llaman porque «no tienen dinero» para seguir colaborando económicamente con la entidad.
Aun así, «la solidaridad impresiona», subraya la responsable de la Cocina Económica. «¿Por qué no compartimos todo y así nadie tendría que venir aquí?», se pregunta en voz alta. No consigue respuesta. Pero le reafirma en su teoría solidaria María Velasco, del Banco de Alimentos. Los trabajadores de Caja Rural han decidido repartir los tres mil euros que gastaban en cenas y cestas de Navidad entre la Cocina Económica, Caritas y el banco. Una entidad que recoge y reparte comida y que el año pasado se había propuesto alcanzar los 2,3 millones de kilos. Lo superó hasta los «2,5 o 2,7». Y de una forma diferente a lo que ocurría antes de la crisis: la mayoría llega de donaciones particulares y no de empresas. Muchas colaboran, como EL COMERCIO con su campaña en la que recogió 100 toneladas. Velasco está satisfecha de los gestos de los ciudadanos. Pidieron voluntarios y encontraron 300. «Estamos que no nos lo creemos» en un fin de año «largo» por la intensidad del trabajo «pero muy bonito». Aunque todos los anteriores esperan que deje de ser así y que las familias puedan sobrevivir por ellas mismas sin necesidad de tener que acudir en su auxilio.

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